CLÍNICA DEL SUPERYÓ COMO REGISTRO REAL


"Nada obliga a nadie a gozar, salvo el superyó. El superyó es el imperativo del goce: ¡Goza!" Aún, seminario 20, Lacan.J.
Dice Miller: creo justificado entonces considerar al súper yo, incluso en la obra de Freud, como la manera en que se evidencia el inicio del psicoanálisis.

El superyó introduce una ética que no es la del bién en la medida que se confunde el bien con el bienestar. La paradoja del superyó reside en que el sujeto está apegado a algo que no le hace bien, que no colabora con el bienestar de su vida. Se incluye en un lugar común con la pulsión de muerte y el masoquismo primordial, categorías expulsadas de la teoría analítica por los psicoanalistas.

El goce funciona hoy como un extraño deber ético: los individuos no se sienten culpables por violar alguna prohibición moral practicando placeres ilícitos, sino por no ser capaces de gozar. En ésta situación, el psicoanálisis es el único discurso que autoriza a no gozar, no proscribe el goce, solo nos alivia de la presión de tener que cumplir con él.


Lo Real es mudo, el goce es la lógica de lo Real, incluso el saber que incluye éste, un saber absoluto, separado, nos mantiene en el desconocimiento, estamos en la oscuridad. Es lo que Lacan llama contingencia y lo que somete a la relación sexual a estar bajo el régimen del encuentro; un hecho de azar con sus equívocos.

La promoción en la enseñanza de Lacan de la categoría del goce va por lo tanto en contra de la comunicación y coloca ya en el horizonte el autismo como categoría fundamental, seguidas luego por la neurosis, psicosis y perversión, y se pregunta si el psicoanálisis no es un autismo de a dos.
 Por lo tanto la lengua primera antes del lenguaje simbólico que debe ser adquirido, fue denominada por Lacan con el neologismo “lalengua” que constituye la lengua del goce. Ésta es primera con respecto al acceso al sentido. El goce es la relación perturbada que tiene el hombre con su cuerpo. Lacan introduce entonces la noción de ser hablante (parlètre), desplazándose la lengua a una actividad gozante como lalengua.
 Después ya no hablará solamente de goce fálico, ligado al Nombre del Padre, sino también del goce suplementario de la mujer del cual ella no puede hablar, el goce de la lectura, de la escritura, del síntoma. El goce es imposible de negativizar, hay una fuerza permanente que desborda el significante.
El superyó es la ley, pero no ley pacificadora, socializante, sino ley insensata, en tanto entraña un agujero, una ausencia de justificación. Es la ley como significante unario,  S1 cuya significación desconocemos, pues para conocerla sería necesario un segundo significante (S2). Por estar solo es insensato. Acá, la supuesta ley total del Otro puede ser percibida en su falla...


El superyó encuentra en Lacan su lugar con el nombre de GOCE, del goce en tanto que éste constituye un bien para el sujeto, separado de su bienestar, se traduce  en el tan mentado malestar del que habla Freud, cuando no se confunde con el dolor.

Kant dice: “es necesario que el hombre esté apegado a algún bien que lo separe de su comodidad para que llegue a ser moral”.

 Esta escisión es la misma que constituye al goce en la medida que no se confunde con el placer.

El no hay diálogo entre los sexos debe entenderse en el nivel del goce que no comunica, el nivel en el que el goce del Uno, no hace saber nada acerca del goce del Otro.

El psicoanálisis es un sesgo práctico para sentirse mejor. Nos abocamos a encontrar la singularidad del sujeto que aparece totalmente  desdibujada en las relaciones sociales donde se manifiesta el síntoma como aquello que no funciona y dónde se aloja la particularidad del goce.

En James Joyce el sentido dependía de lo musical, esa es la dirección que va a tomar Lacan cuando traduce “umbewusste” del alemán como lo Real; el goce está evacuado de lo simbólico.

·   .En Schreber todo anda bien, Schreber nada en el goce y con más exactitud en el goce femenino; ha sido dicho por una mujer, esa mujer es Schreber. Lacan siempre ha dicho que las mujeres no dicen nada sobre él, pero al menos hay una, la mujer de Dios, que lo explicó.
Si el superyó interesa a Lacan es precisamente porque es una función que hace contrapunto a la del Nombre del Padre. El Nombre del Padre tiene una función coordinada al deseo, viene a ordenar las cosas, coordina el goce con el   falo. Muchas cosas interesantes ocurren cuando el falo no es el significante del goce.

Lacan define el goce como instancia negativa y dice, eso "suspeora" o sea suspira por lo peor (desear con ansia lo que no me conviene), que eso "opeora" connota el estado de invasión con lo cual el superyó mortifica el cuerpo del sujeto.

 El goce por lo general mortifica y las neurosis y psicosis son distintas formas de tramitación del mismo. En consecuencia lo más visible, captable de ésta situación es la angustia que traspasa al sujeto cuando el goce no está modulado por el falo constituyendo así el goce fálico que tiene conexión con el establecimiento de una realidad.

También se registra el goce del Otro, (no hay acceso al goce del Otro, solo es de sí mismo, del propio cuerpo).
Psicótico:( que no hay), gozado por el Otro, imposible de atenuar...
Otro goce: femenino, no limitado por el significante.

El cuerpo está hecho para gozar, "puede expresar un dimensión del organismo que de otro modo queda velada"," como sabemos dónde y con qué gozar si no disponemos del significante".

El superyó está cerca del deseo de la Madre como capricho sin ley, por ésta razón, se tiende a recurrir constantemente al superyó materno como se hizo, por ejemplo en el caso de Schreber y se lo valoriza tanto en las psicosis.

 Al valorizar la función de la madre estamos valorando la incidencia traumatizante del goce puro. El superyó como ley insensata, cercano al deseo de la Madre, luego será o no, metaforizado e incluso dominado por el Nombre del Padre.

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